24 de agosto de 2017

Leyenda: Jaque al sultán


por Juan Pablo Fernández del Río

Al Rvdmo. P. abad del monasterio de San Gabriel, monseñor Domingo de Córdoba.

Querido hermano en Xto.:

Comoquiera que en una carta anterior me habéis confesado vuestra afición por el juego de escaques, que los moros llaman acedrex, he tenido a bien indagar acerca de las leyendas que rodean a este juego.

Ahora bien, asaz distinto era antaño: no había enroques, los peones no podían avanzar dos casillas en su primer movimiento, los alfiles avanzaban solo dos casillas en diagonal, saltando las piezas que estuvieran en medio y, lo más importante, no existía la dama, sino el alferza, que solo movía una casilla en diagonal, aunque en su primer movimiento podía mover dos casillas adelante, saltando los peones. Por esta razón, las partidas duraban mucho más tiempo que ahora que contamos con la poderosa dama en sustitución del alferza (la cual, dicen, se introdujo en honor a nuestra católica reina doña Isabel).

Dos son las leyendas más conocidas en torno al juego. La primera data del siglo XI, cuando se dice que el rey Alfonso, a punto de conquistar Sevilla, recibió la visita del visir de al-Mutamid, el monarca hispalense, y que le desafió a una partida. El rey cristiano aceptó, ya que era gran aficionado, pero no sabía que aquel hombre era uno de los mejores jugadores de al-Andalus, y perdió contra él. Habiéndose pactado que el perdedor concedería un deseo al vencedor, el visir pidió a Alfonso que levantara el sitio que había puesto a Sevilla. Este, que había dado su palabra de caballero, no tuvo más remedio que cumplir, aunque, a cambio, impuso un tributo.

Pero más popular se hizo la leyenda que con más detalle os relato a continuación. Sus protagonistas son también los moros, que, sin duda, practicaban ampliamente este juego y, por tal, lo dominaban, mas no es historia contraria a la fe cristiana, pues es su moraleja que nunca se ha de perder la esperanza, y que Dios solo le concede fortuna al que bien se la sabe labrar.

JAQUE AL SULTÁN

En el año de Nuestro Señor de 1408 reinaba en Granada Muhammad VII. Fue este un rey implacable, que gobernó con mano de hierro y supo imponerse en un tiempo en que no era en absoluto saludable convertirse en sultán de la corte nazarí, puesto que el mal del regicidio imperaba entre la familia real. Mas, precisamente, por su fuerte carácter, Muhammad supo conservar el trono mucho más tiempo que la mayoría de sus subversores parientes. En primer lugar mandó envenenar a su padre, Yusuf II, y después se deshizo de su hermano, el que iba a ser Yusuf III y legítimo heredero, encerrándolo en el castillo de Salobreña, y proclamándose así rey en 1392.

El destronado permaneció recluído dieciséis años, durante los cuales escribió algunos de los versos más tristes de la literatura andalusí. En ellos añoraba Granada y a su padre asesinado, y algunos los dedicaba a una misteriosa mujer de la que estaba enamorado y cuya existencia negó en varias ocasiones, alegando que solo era fruto de su imaginación. En realidad se trataba de la sayida, la favorita de Muhammad VII y la que tendría que haber sido su esposa. La sayida estuvo intrigando todo el tiempo con las personas de la corte favorables a Yusuf para liberarle y devolverle el trono.

Sin embargo, el fiero y desconfiado monarca Muhammad descubrió y frustró cuantos intentos se hicieron por desposeerle de su cetro. En una de las ocasiones, además, asesinó al poeta ibn-Zamrak, conocido por ser de los que más poemas epigráficos ha dejado en la Alhambra. El poeta, favorable a un hombre culto y de ciencia como era Yusuf, había sido uno de los cabecillas de la facción que apoyaba al legítimo heredero, y, tras su muerte, cesaron los subrepticios intentos por entronarle. Por su parte, la sayida nunca cejó en su empeño, pero, a partir de entonces, hubo de ser tan precavida que ninguno de sus planes pudo prosperar.

Hasta el año de 1408. El 13 de mayo, Muhammad se encontró enfermo. Sospechando que había sido envenenado y que le restaba poco tiempo, para que su hijo no tuviera ningún obstáculo en la sucesión, mandó matar a Yusuf, para lo cual envió a Salobreña a varios hombres a los que había ordenado regresar a Granada con la cabeza de su hermano. Cuando llegaron al castillo e informaron al condenado de las malas nuevas, Yusuf pidió un último deseo: ver a la sayida para despedirse de ella antes de morir. Pero, como no hubiera tiempo, ya que Muhammad quería que la orden se cumpliera de inmediato, le fue denegada su petición. «Concededme otra cosa, entonces», pidió Yusuf. «Dejadme al menos terminar la partida de ajedrez que había empezado con el alcaide antes de vuestra llegada». Les debió parecer más inocente y rápida esta última voluntad, y, por ello, lo permitieron.

Demasiado tarde comprendieron su error, al ver que la partida se alargaba durante horas, y que, ante su apremio, Yusuf contestaba aduciendo que habían dado su palabra, y el alcaide, que después de tantos años le había cogido cariño, les amenazaba prometiéndoles que toda Granada sabría que la habrían roto si no le dejaban terminarla. Al fin, la partida concluyó con el jaque mate de Yusuf al alcaide con un alfil, pero, mientras el condenado se despedía de sus carceleros, llegó una comitiva exigiendo que se le permitiera el paso de inmediato. Una vez en el interior del castillo, advirtieron a los verdugos que no llevaran a cabo la orden que se les había encomendado, ya que, de cumplirla, cometerían un regicidio; pues quien iba a ser su víctima acababa de ser proclamado sultán de Granada con el nombre de Yusuf III.

Ideas de aventuras

  • Los PJ (que deberían ser árabes) reciben el encargo de una misteriosa mujer, una de las criadas de la sayida, que les encomienda la misión ir al castillo de Salobreña y fingir ser emisarios de la corte para proclamar allí mismo rey a Yusuf III. Sin embargo, Muhammad, o su hijo, se han enterado del plan y mandarán a varios asesinos a acabar con los PJ. Los seguirán de cerca e intentarán acabar con ellos en secreto en una venta donde paren a descansar. Además, en la escena final, si sobreviven, podría haber un enfrentamiento contra los verdugos enviados por Muhammad.
  • Los PJ, que viven en la Alhambra y, por tanto, la conocen bien, son contratados por un eunuco que cuida de la sayida. Su señora insiste en que quiere salir al mercado, pero no le está permitido; no obstante, después de muchos ruegos, logra que su eunuco favorito acceda en secreto y le permita salir de incógnito. En realidad, la sayida quiere ir a comprar un veneno, pero esto no lo sabe nadie. Sin embargo, el hijo del sultán se huele algo desde hace tiempo y ha mandado vigilar (y matar, si es necesario) a la sayida. Los PJ tendrán que protegerla dutrante su furtiva salida. Si lo consiguen, al día siguiente se sabrá que el sultán podría haber sido envenenado y se está muriendo.
  • Los PJ acompañan a un caballero veinticuatro, miembro del concejo de Córdoba, a un pueblo fronterizo, donde se va a entrevistar con unos golpistas que quieren que el trono vuelva a su legítimo heredero, Yusuf. O eso es lo que piensa el caballero, porque, en realidad, es una encerrona: Muhammad ha sabido que algunos miembros del concejo de Córdoba están intrigando para deshacerse de él y ha mandado a unos sicarios para que maten a este caballero. Los PJ tendrán que protegerle, ya que le podrían atacar por el camino. Si el caballero muere, este, antes de expirar, les pedirá a los PJ que manden un mensaje a un tal “Falcón” en la Alhambra para alertarle de que han sido descubiertos. En ese caso, los PJ tendrán que viajar a Granada y tratar de descubrir quién es ese tal “Falcón”. Finalmente, descubrirán que se trata del pseudónimo del líder de la facción favorable a Yusuf, que no es otra que la sayida. ¿Se las podrán arreglar para hacerle llegar el mensaje delante de las narices del sultán?


2 comentarios:

  1. Enhorabuena por la entrada. La corte granadina es un buen caldo de cultivo para Aquelarre.

    La sayida es en realidad una tragantía, la cual capturó a Yusuf y sus hombres tiempo atrás con su canto, mientras batían los montes granadinos en ociosa afición. A punto de ser devorado en su cueva al igual que había hecho con su hombres, Yusuf y la joven se miraron al rostro y se enamoraron de manera instantánea, cosa harto inverosímil, tanto que la mayoría no creen el resto de este relato...

    Desde entonces, y utilizando su influencia real, Yusuf buscó en la corte y fuera de ella los más sabios consejos en aquellos que se bañaban en las más indignas prácticas humanas (la magia de brujos y viejas moras, entre otros). Sólo con el poder de los hechizo podrían darle humanidad a la tragantía, pues Yusuf y ésta querían amarse para siempre.

    Con esfuerzo y discreción, el hito se llevó a cabo a través de un macabro ritual (según qué versión los ingredientes variaban, pero todos aseguran que el mismísimo Lucifer gue testigo de tamaño experimento...). Finalmente, Yusuf llevó a la mujer a la corte nazarí donde logró integrarse entre la nobleza y la servidumbre hasta convertirse, sin quererlo, en la favorita del sultán Muhammad, hermano de Yusuf.

    Cuando éste fue encarcelado, no desitió de su empeño por liberarle, aunque sin éxito. Tras años de reiteración, en los últimos tiempos su piel parece volverse escamosa y se encuentra enferma: ella cree que su naturaleza abrupta y bestial y se alza de nuevo, y cree que es por la pena de ver a su amado Yusuf sufriendo calabozos...

    Esos viajeros son la última esperanza de la sayida. No son siquiera soldados. Parecen haber dado su palabra, aunque poco o nada los conoce: liberarían a Yusuf internándose como fuera en la fortaleza costera, abriéndose paso entre las almenas y escaleras y haciéndose por los carceleros o el alcaide para sacarle de allí.

    Sólo liberando a Yusuf la ayuda no perderá su humanidad, aunque eso les traiga problemas con la corte a ese grupo de valientes...
    (...PJs.)

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    1. Exquisito, como siempre, Perso Rol. Estoy de acuerdo, esa fascinante Granada medieval está mal aprovechada. Al tándem "Al-Ándalus" y "Medina Garnatha" se les puede sacar mucho jugo.

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